miércoles, 1 de junio de 2011

Si...pero no

El lobo evitó a la princesa durante el fin de semana.
Cierto es que el lobo había quedado con los linces, incluso consultó con ellos su decisión, cierto es que lo que le dijeron le ayudó, pero quizás el lobo podía haber estado más tiempo en la cueva pendiente por si aparecía la princesa.
El animal pensó y pensó, pensó en lo que tenía que decir a la princesa, en cual debían ser sus palabras exactas. El lobo estuvo nervioso todo el fin de semana, durmió menos de lo que estaba siendo habitual desde que ella apareció. Quería aclarárle las cosas, expresarselo y decírselo.

Finalmente llegó ese día, el lobo despertó intranquilo, había hablado la noche anterior con ella y sabía que se iban a ver para aclarar las cosas.
Al verla, un escalofrío recorrió su cuerpo, allí estaba después de la confesión dispuesta a todo, a escucharle y ver que ocurriría.

Ambos caminaron durante horas y estuvieron hablando y hablando sin parar, riéndose, disfrutando el uno del otro, pero ambos sabían que tenían algo especial de que hablar, sin embargo, ninguno se atrevió a dar el primer paso, aunque el lobo pensó en varias ocasiones que debería hacerlo.

Finalmente y cuando ya volvían a la estación que les separaría de nuevo, la princesa miró al lobo y le rogó que le contestara a su confesión. Este se puso nervioso, todo lo que tenía planeado en su cabeza decir desapareció en ese momento, las palabras exactas desaparecieron, una gota de sudor recorrió su hocico y su boca se secó al completo.
Los ojos de la princesa continuaban expectantes, debía decir algo.
-Eres tú quien me gusta y no solo como amiga pero...
Las palabras del lobo comenzaron a salir de su boca sin descanso, rápidamente, intentando explicarse con corrección para que la princesa le entendiera pero a esta le costó entender que guardaba en su cabeza el animal.

Poco a poco el rostro de la princesa se fue entristeciendo al comprender lo que el lobo intentaba decirle, mientras el corazón de este se afligía al ver la apenada cara de su princesa.
-Sí me gustas pero no voy a estar contigo de momento.

Si...pero no.

La princesa comprendió por completo entonces lo que le había dicho su lobo.
 Ambos volvieron a la estación que les separaría y mientras sus ojos se miraban con tristeza sus corazones deseaban estar juntos, abrazarse y no soltarse.
Pero no, aún no era el momento.

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