jueves, 26 de mayo de 2011

Confesión

Aquella mañana el lobo despertó acalorado. Las constantes visitas de la princesa siempre acababan con la misma pregunta, pregunta a la que el lobo no podía responder, al menos no de esa manera.

Esa mañana el lobo volvió a ver a la princesa, era probable que fuera la ultima vez que la viera, quizás así era la única forma de alejarse de aquel ser prohibido al que solo quería abrazar y no soltar.

De repente, llegó el momento de que sus caminos se separaran y se despidieron con ternura mientras sus miradas no querían apartarse. Él quería correr hacia ella, subirla a su lomo y cabalgar lejos, donde nadie pudiera encontrarles, pero no, ella no debía saber nada.

Cuando volvió a su cueva la princesa le había dejado una nota, una nota que le hizo esbozar una gran sonrisa, pero es probable que le trajera más problemas ya que la princesa debía estar en su reino. No era el momento.
El lobo leyó y releyó aquella nota mientras paseaba de un lado a otro por la cueva pensando en lo que debería hacer, decirle lo que sentía, marcharse a otro reino sin dejar rastro o irse con ella.

Sólo tenía claro que le gustaba y que quería sacarla de aquel lugar que no la hacía feliz. Debía confesarse y para ello debía hablar con ella en persona...

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