domingo, 28 de agosto de 2011

Sábado

Me suena el despertador a las 10 de la mañana y no recuerdo bien porqué me tengo que levantar a esa hora y porqué estoy tan cansado. Hasta que me pongo a hacer memoria...
Y me entran ganas de hacerme un ovillo como si hubiera tenido un mal sueño.
Desayuno sin ganas y por primera vez en mucho tiempo "El show de Cleveland" no me hace reír.
Y sumergido en mis pensamientos, da la hora de marcharme. No quiero. Tengo ganas de encender el ordenador  dejarte un mensaje monoso y eliminar todas esas sombras que anegan tu cabeza. Pero llego tarde, muy tarde.

Pasan las horas y pongo buena cara mientras me hablan de cosas que no hacen sino agravar el problema: mi futuro...no me hables de eso ahora, ya no te creo.
Llega la hora y necesito volver a escucharte antes de verte...solo necesitaba escuchar tu voz.
Y los miedos me vuelven a comer y me siento impotente porque esas sombras no son por mi culpa. Estúpida informática. ¿Ahora entiendes por qué la odio?

Esperaba que al verte me abrazaras pero no, no lo haces y mis sospechas se confirman. No, no quiero que pase, no quiero perderte.
Pasan los minutos, tus besos son fríos, tus lágrimas la peor visión...finalmente nos derrumbamos, hablamos y sin saber como te vuelvo a abrazar como si no hubiera mañana.

No quiero que pienses esas cosas de mí. No quiero separarme de tus brazos, no quiero dejar de ver tus cálidas sonrisas ni quiero dejar de sentir esa sensación de palabras que no salen en momentos mágicos.
No, no quiero perderte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario