En Enero, la novedad.
En febrero, el desencanto.
En marzo, la cueva.
En abril, la esperanza.
En mayo, la luz.
En junio, la espera.
En julio, el amor.
En agosto, la pasión.
En septiembre, la amabilidad.
En octubre, el cambio.
En noviembre, la tranquilidad.
En diciembre, la alegría.
Sin duda ha sido un año lleno de contrastes, momentos pesimos y momentos estupendos, depresión y felicidad, oscuridad y luz.
Todavía recuerdo como empezó enero con ilusión, novedades y sonrisas, pero acabó con muerte y tristeza. Pero había que reponerse y en febrero la precipitación hizo sus estragos y me embarqué en aquella aventura que me traería desilusión y que en marzo me daría una dulce patada en la boca. Y desde entonces aparecieron la oscuridad y el llanto en la cueva, las lágrimas de un lobo herido que se había marchado para poder sanarse. Pero en mayo apareció la luz, una brillante luz que llevaba tiempo frente a él y desde entonces salió a la superficie. Y mayo además trajo la declaración y mi negativa y con ello la larga espera de junio, y los paseos, y el estudio. Y en julio el año se hizo año y comencé a vivir en mis sueños, con esa hermosa luz que emites cada minuto. Y desde entonces he comenzado a vivir, a disfrutar de este año hasta hoy. Y a pasar el mejor verano de mi vida. Y octubre trajo el cambio, el caos, y noviembre la estabilidad, el llanto y el agobio, un agobio que se prolongo hasta diciembre que también trajo alegría, paraíso y como siempre tus sonrisas.
Solo espero que el año que viene la luz siga brillando como lo lleva haciendo hasta ahora y que en 2011 haya también grandes momentos de alegría como los de este año. Gracias a todos los que me han acompañado este año.
Feliz año nuevo.
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