domingo, 7 de noviembre de 2010

Uno

Caminabas detrás de mí sin decir nada, tan solo te limitabas a seguirme con la cabeza gacha, mirándome con pena, sin comprender nada.
No me atrevía a mirarte de lleno, no podía girarme, te observaba de reojo para ver si me seguías.
No podía hablar, si decía algo de lo que estaba pensado seguramente me echaría a llorar. Me preguntaste, no quería contestar, quería que hablaras claro que si, pero de un tema banal que olvidara lo que estaba en mi cabeza:
-¿Por qué te echas a llorar así de repente? ¿Acaso he hecho algo malo? No quiero verte así, me cabrea mucho el que yo haya sido la causa de tu llanto, tan solo me he preocupado por lo que sientes, no tienes que buscarle una razón extraña ni un porqué al porqué de repente al mediodía te dije eso. Sabía que te hacía mucha ilusión, solo eso. Quizás es que debo ser un egoísta y no preocuparme por ti.
Estaba bastante molesto y preocupado.
Por fin hablaste de algo, me daba igual lo que fuera, solo quería escucharte y dejar de pensar en ello. Por eso después si pude contestar y preguntarte aquello en aquel iluminado lugar.

Sé perfectamente lo que es que te traten como un felpudo por eso quiero hacerte feliz, muy feliz y que sigas volando como llevas haciendo todo el verano.
Menos mal que aquella acción te alegro...

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